Los humanos somos unas criaturas extrañas. Nos llamamos a
nosotros mismos animales racionales, cuando en muchos casos nos movemos por
instintos. Somos capaces de tropezar una y otra vez con el mismo obstáculo,
repetir la misma historia una y otra vez. No aprendemos de nuestros errores.
Podemos sentir a nivel emocional, y podemos experimentar amor, odio, envidia,
ira y distintos sentimientos. Otros animales también tienen este tipo de
sentimientos, pero ellos son capaces de olvidar, mientras que los humanos
podemos sentir resentimiento. Y mentimos, mentimos todo el tiempo.
¿Qué nos hace tan diferentes de los otros animales? En
primer lugar, nunca observaremos a ningún animal matando por placer, o por “tradición”,
o porque que ese animal simplemente nos molesta, y está invadiendo un
territorio que de hecho le hemos robado a la naturaleza. Pues después de todo
somos egoístas, nos creemos los dueños de este planeta aunque de vez en cuando
Gaia nos recuerda que sólo somos unos invitados en la mayoría de los casos muy
molestos, sucios y desagradecidos.
Intentamos calificar a otros animales de buenos o malos
según sus actos, algo que es totalmente humano, pero eso no existe en la
naturaleza, simplemente los animales hacen lo que tienen que hacer, mientras
que nosotros nos guiamos según nuestro propio convenio, y somos capaces de engañar
cuando tal cosa resultaría inadmisible en otras criaturas, pues ellos son totalmente
sinceros en sus actos.
No valoramos lo que tenemos, y mientras nos maravillamos
observando el firmamento en busca de otras formas de vida y otros planetas
donde, en un futuro no muy lejano, tengamos que asentarnos pues habremos destruido
nuestro hogar ancestral ya que no somos capaces de fijar nuestra vista en lo
que tenemos a nuestro alrededor. Arrasamos con todo lo que hay a nuestro paso,
imponiendo nuestra efímera existencia aunque para ello tengamos que destruir
ecosistemas enteros, sólo para asentarnos en un lugar que consideramos adecuado
y digno para nuestro desarrollo. No
somos capaces de vivir en consonancia con otros seres vivos, los domesticamos o
los destruimos si consideramos que no nos pueden aportar beneficio alguno. O
cogemos una parte de ellos para vestirlos, y despreciamos el resto. Incluso los
usamos para divertirnos, o para experimentar con ellos aquello que no nos
gustaría probar en nuestro propio pellejo. Intentamos imitar la naturaleza en
nuestra vida cotidiana, en lugar de intentar vivir en consonancia con ella.
Pero no sólo destruimos al resto de seres vivos, también nos
destruimos entre nosotros. Somos unos animales muy territoriales y siempre
tenemos ansia de conquistar nuevos territorios. Nos empeñamos en colocar
fronteras donde no las hay, y a la mínima oportunidad queremos ampliarlas o
crear nuevas fronteras, aunque para ello tengamos que destruirnos a nosotros
mismos con saña, con sed de sangre, no importa si para ello tenemos que matar a
miles de personas, en algunos casos violándolas antes de acabar con sus vidas.
Desde el primer momento en que el humano, aun viviendo en
cuevas, tuvo constancia de la muerte y se preguntó qué hay más allá, por qué el
mundo funciona de esa forma y no de otra, y nos empezamos a preguntar cuál es
el sentido de la vida, han existido las religiones, y hemos provocado
enfrentamientos para comprobar quién tenía razón e intentar imponer nuestras
creencias sobre los demás. Aun hoy en día está ocurriendo, y esto ha provocado
más guerras que las territoriales.
Aunque existe otro motivo de guerras, de sufrimiento: el
dinero. Somos esclavos de unos simples papeles, y en ocasiones vivimos sólo
para ellos. Unos pocos individuos amasan casi todo el capital que existe,
convirtiéndose en nuestros dueños sin que a nadie nos hayan preguntado, y gobiernos
enteros se rinden a sus caprichos.
Pero aun así, somos capaces de amar, de querer, de mostrar afecto hacia otros seres, de respetar al
prójimo, de ayudar al necesitado y a otros seres vivos, de intentar hacer lo
correcto para que este mundo siga existiendo, de crear algo tan maravilloso
como el arte, la música y poder expresarlo de distintas maneras… realmente
somos unas criaturas extrañas.